viernes, 24 de junio de 2011

Expedición: parte I

Los tres estaban por fin preparados para salir. No le hacía mucha gracia dejar a su pequeña flor sola, pero como padre y como el mayor de todo el grupo era responsabilidad suya ayudar en lo posible, incluso yendo a por armamento en medio de todo ese caos. Por si acaso les había dado a Alma y a Vincent unos chalecos anti-bala no por los infectados, sino porque según estaba la cosa podrían cruzarse con alguien armado y confundirlos sin querer; mejor ir preparados que sufrir las consecuencias.
-La calle está prácticamente despejada, aunque hay un par de infectados justo delante de la puerta- Carlos, que se había prestado voluntario a mirar por la terraza, había vuelto corriendo de allí, con una sonrisa, a informar de la situación -. No se escuchan muchos disturbios, así que posiblemente el camino os sea bastante tranquilo, aún así id con cuidado.
-Perfecto- Alma cogió de la pared el palo de escoba que habían afilado para llevarlo como arma; Vincent había optado por llevar también un arma del estilo y él, como dijo, había cogido una de sus pistolas con municiones de sobra y, además, un montón de patatas en una mochila abierta a la espalda para utilizar como silenciador en el caso de tener que disparar.
-Bien chicos- dijo, con una sonrisa –iremos y volveremos lo más rápido posible, Llevo en mi bolsillo un walkie, así que cuando estemos cerca de la puerta os avisaré por él para que bajéis a abrir con la mayor presteza.
-No se os ocurra hablarnos- dijo Vincent, colocándose a su lado. Era bueno llevar gente que conocía cómo proceder en esos casos; nunca había imaginado una situación como esa, ni siquiera había vivido algo medianamente peligroso en sus años de policía -. Si nos habláis es posible que delatéis nuestra posición y atraigáis la atención de esos seres. No vivo lejos, así que no tardaremos mucho en regresar.
-No os preocupéis- dijo de repente el muchacho del cabello azul. Le resultaba de lo más animado y la verdad es que en los tres días que llevaban conviviendo todos juntos le había hecho reír unas cuantas veces -, yo os abriré el camino- Carlos cruzó los brazos por delante del pecho, en forma de X, sosteniendo entre los dedos varios cuchillos, como si fueran garras. No pudo evitar soltar una carcajada cuando Adrana le dio un buen capón.
-¿Cómo vas a abrirles el camino tirando cuchillos, so memo?- dijo, con un resoplido.
-Jolín, quería ser tan útil como “Sebaschan” ¡¡El tío mata tíos con tenedores!!- se quejó, cual niño pequeño.
-Vámonos antes de que se nos pegue la tontería- dijo Alma, negando con un suave movimiento de cabeza. En silencio abrieron la puerta de la casa y salieron los tres. La luz iluminaba el pasillo, repleto de manchas de sangre reseca… había oído ruidos sobretodo el primer día, pero no se había imaginado que incluso allí hubieran matado a alguien… y posiblemente ese alguien siguiera rondando el edificio. Tenían que andarse con mucho cuidado.
Él cubría la retaguardia, bajando lentamente detrás de sus dos compañeros. El silencio era tan tenso que incluso se sintió atemorizado por unos instantes; en cualquier momento podría aparecer uno de esos seres y lanzarse encima de ellos. Rezaba porque aquello no ocurriera, y eso que siempre había sido ateo.  Escuchó el sonido de la puerta cuando Alma la abrió y terminó de bajar las últimas escaleras en silencio, pero algo más deprisa.
El panorama del exterior no era mucho más alentador. Todo el enorme patio de la urbanización estaba cubierto de restos de sangre y vísceras, de ropa rasgada pegada al asfalto; la hierba que crecía en la tierra estaba ahora negruzca, teñida por el horror de la masacre. Y lo peor es que estaban ahí, podía oír sus gemidos, sus pasos al arrastrar los pies buscando desesperadamente otra víctima que llevarse a la boca. Tragó saliva y les hizo una señal para que salieran directamente a la Calle de los Curas. Desde ahí Vincent tomaría el itinerario que creyera oportuno.

Tuvieron suerte en su camino hacia las rejas. Pese a que había un par de seres rondando los alrededores, dentro del recinto, no les habían percibido. Abrieron la puerta de la reja con cuidado, pero esta chirrió. Se tensó, le ruido se había escuchado demasiado en ese silencio sepulcral y los dos infectados se giraron rápidamente hacia la puerta, corriendo hacia ella. Empujó a Alma para que saliera fuera y cerró la puerta antes de que pudieran llegar… Esta vez tuvieron suerte, pero quizá la próxima…
-¡Cuidado Tony!- se giró al oír la voz de Vincent y pudo ver cómo, a unos pocos centímetros de la cara, Alma atravesaba con su puntiaguda arma el ojo de uno de ellos. La sangre le salpicó su manchó su ropa antes de caer al suelo, donde la muchacha apretó el arma aún con más fuerza para cerciorarse de que el pincho había llegado hasta el cerebro. Y no solo ella había hecho ya uso de ella. Vincent estaba haciendo exactamente lo mismo con un hombre al que había derribado con un magnífico movimiento y un golpe con el palo.
-Gracias- dijo con un susurro. Vincent y Alma le sonrieron y eso le tranquilizó. Trabajo en equipo. Le gustaba.
Vincent les hizo una señal para que le siguieran y comenzando a caminar por la Calle de los curas. Por lo que pudo ver iban directamente a una de las vías principales de Torrejón, a la Calle de Madrid. Un sitio amplio, eso les daba libertad de movimiento. Contenía la respiración y, por lo que pudo ver, no era el único. Paseó la mirada por la calle y nada cambiaba: la sangre se mezclaba con la suciedad, había coches completamente destrozados posiblemente debido al vandalismo callejero,… Con lo bonita que era aquella zona y lo demacrada que había quedado en unos días. Vio que Alma aminoraba un poco el paso y se llevaba la mano a la boca, conteniendo una arcada; un poco más adelante había un cuerpo en el suelo, agonizante, mientras dos de esos seres se daban un banquete con su carne entre gruñidos salvajes. Miró los ojos del hombre, suplicante de ayuda, pero en la situación en la que estaban poco podían hacer ya por él.
-Vamos- susurró, empujando un poco a Alma para que volviera a retomar el ritmo: cuanto antes llegaran, antes volverían. La muchacha le obedeció y continuaron el camino. Intentaba no mirar a lo lados para evitarse más horrendos espectáculos.

No tardaron mucho en llegar a la Calle de Madrid. Si de donde venían el espectáculo era horrible, aquello era aun peor: los escaparates de las tiendas estaban todos rotos, había trozos de vísceras colgando sobre ellos, manchas de sangre y vómitos por doquier. Esta vez incluso él sintió nauseas; aquello era peor que ver una película gore. Iba tan ensimismado que no se dio cuenta de por donde iba y tropezó, golpeándose contra un coche. Mala suerte. La alarma saltó y resonó por toda la calle, lo que hizo que los seres que estaban en aquella calle y los alrededores empezaran a girarse.
-¡Tony, joder!- exclamó Alma. ¿Cómo había podido cometer un error tan idiota? ¡Tenía que haber mirado antes! Pero nunca había estado en una situación así. Pensó en Prímula y en que le estaría esperando en casa, pensó en aquellos chicos que habían depositado las confianzas en él… tenía que salir de allí con ellos sí o sí.
-¡No paréis, vamos!- exclamó Tony mientras sacaba la pistola. Ahora era tiempo de correr; tenían la suerte, por lo que vio, de que aquellos seres eran lentos. Empezaron a acercarse al trío y estos salieron a la carrera por la Calle Madrid. Esquivaban todo cuanto podían, aunque a más de uno si que tuvieron que llevarse por delante con sus armas improvisadas. Vio cómo Vincent le sacaba el ojo a uno y cómo Alma atravesaba a otro por la boca. Los dos estaban salpicados en sangre y estaba seguro de que él también -¡Alma, agáchate!- uno de aquellos seres se había posicionado tras la pelirroja y estaba apunto de lanzarse encima. La chica se agachó al oír la voz, lo que provocó que el infectado cayera directamente al suelo al tropezarse. Él aprovechó y le voló la cabeza con la pistola. Los sesos se esparcieron por la calzada, uniéndose a la suciedad que ya había en ella.
-Gracias- dijo Alma. Él se limitó a sonreír y a esperar a que la chica retomara la carrera. Cada vez eran más, salían de todas partes ¿Cómo era posible que se hubieran multiplicado tanto en tan solo tres días? ¿Es que acaso nadie se había refugiado en sus casas? Reconoció algunas caras entre los que se acercaban, todas ellas ya demacradas y consumidas por la muerte, de un oscuro color entre grisáceo y morado.
De repente vio a Alma agacharse y coger algo… No vio muy bien qué era, así que solo esperó que no se le ocurriera ninguna locura. Vincent giró hacia la calle de Daganzo  rápidamente y Alma se detuvo el tiempo justo para apuntar y lanzar un trozo de baldosa que había encontrado arrancada en el suelo contra un coche cercano. Dio en el capó de puro milagro y el coche comenzó a pitar de manera incesante ¿Pero qué cojones…?
-Espero que el ruido les distraiga de nosotros- dijo la pelirroja tomándole de la mano con fuerza -. Vamos, Tony, no podemos quedarnos aquí- asintió y volvió a la carrera cuando la chica le soltó. Había sido arriesgado, pero un gran número de zombis se habían quedado quietos, ligeramente desconcertados ante el nuevo sonido, que acallaba con su volumen los pasos del trío.

Suerte, habían tenido pura suerte. Aunque tuvieron que deshacerse de alguno más y Tony había gastado varias patatas para tan solo acertar la mitad de los tiros por disparar la mayoría del tiempo en plena carrera, llegaron a salvo a la Calle de las Fuentes. Vincent se adelantó hacia el portal, sacando las llaves. Pudo verle nervioso, toqueteándolas. No le extrañaba en realidad, estaban allí principalmente para recoger a su hermano menor ¿Se sentiría igual que él cada vez que pensaba en que Prímula estaba en casa y podría ocurrir cualquier cosa? Posiblemente sí.
Vincent abrió el portal y no tuvo tiempo casi de reaccionar cuando un vecino, ya infectado, se lanzó contra Vincent. Alma gritó del susto y Tony no dudó un momento. Se acercó corriendo y disparó en plena frente antes de que los dientes del ser alcanzaran al moreno. Dio un par de pasos hacia atrás y Alma le abrazó ligeramente.
-Joder… gracias, Tony- dijo intentando recuperar el aliento. Al final había sido buena idea llevar la pistola, aunque no había sido tan buena disparar sin nada que amortiguara el sonido. Por debajo del puente que había al final de la calle comenzaron a aparecer nuevos infectados.
-Vamos, hay que dejarle fuera y entrar. Rápido- dijo Tony, tirando del cadáver hacia la calle. Alma y Vincent entraron en el portal y revisaron las escaleras; había restos de sangre, pero no se oía nada. Cerró la puerta y, poco a poco, comenzaron a subir hacia el primer piso. Sus pasos apenas se oían en el sepulcral silencio; Tony podía incluso sentir el palpitar de su acelerado corazón en las sienes, casi podía oírlo. Un grito en lo más alto del edificio les hizo apretarse contra la pared y ahogar un gemido de terror. El grito era realmente desgarrados, un llanto de terror y unas palabras de auxilio lo acompañaban. Se sintió mucho más inseguro que en la calle y vio que no era el único; Vincent tenía las llaves tan apretadas en su mano que estaba apunto de hacerla sangrar y Alma temblaba, con la mano en la boca y los ojos apunto de soltar un mar de lágrimas. Hizo de tripas corazón y les empujó un poco -. No es seguro estar aquí- susurró.

Segundos después habían traspasado la puerta del piso y se sintieron a salvo. Se apoyó contra la puerta tras echar los seguros y se dejó caer al suelo de golpe. Vincent salió corriendo hacia el comedor y Alma salió escopetada dios sabe dónde. Enseguida la escuchó vomitar y casi hasta a él se le revolvieron las tripas.
-¡¡Joder!!- exclamó Vincent desde el comedor. Se levantó con todo su esfuerzo y corrió hacia su compañero.
-¿Estás bien? ¿Y tu hermano?- enarcó ambas cejas al ver al moreno de pie, con un folio en la mano.
-No está- murmuró, tendiéndole el folio. Lo cogió con cuidado y lo desplegó. La letra era muy redonda, muy infantil, quizá demasiado, pensó, para ser un niño de bachillerato. Se centró en el contenido mientras se sentaba en una de las sillas.

Vince, me he encontrado con Elsa y con su marido y van a cuidar de mi. Hemos ido a coger provisiones, pero no sé cuánto tardaremos después de ver cómo está la calle y lo mucho que se pega la gente. Ellos son grandes y me protegerán, así que estaré bien. Me he llevado a Aguja, la replica, que al menos puedo pinchar con ella. Volveremos, así que si has venido y no estoy, escríbeme la dirección y te iremos a buscar los tres. Elsa te manda un saludo.
                                                                           Zack.

-Así que tu hermano no está en casa… Al menos sabes que no está solo- dijo, con una media sonrisa, tendiéndole el folio. Estará bien, ya lo verás.
-Espero que tengas razón- contestó el moreno, dejándose caer en uno de los sillones. Miró a su alrededor curiosamente. La casa era realmente pequeña, pero era amplia para dos personas. El comedor estaba limpio y lleno de libros y fotografías por todos lados; incluso algunas réplicas de espadas de cine colgaban de las paredes -. Descansaremos un poco y después cogeremos las armas y nos iremos. Mejor despejarnos la cabeza antes de volver a ese infierno- asintió firmemente. Estaba de acuerdo con él, lo mejor que podían hacer era descansar y recuperar fuerzas.
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[NOTAS DE LA AUTORA]
“Sebaschan” --> Sebastian Michaelis, personaje protagonista de la serie de anime Kuroshitsuji.
Aguja --> Pequeña espada que Jon nieve le regala a Arya en Juego de Tronos.
Como siempre, perdonad si hay alguna falta o algo así, pero siempre se me cuelan por escribir deprisa =P A los que me leéis mil gracias por hacerlo, porque sin vuestro apoyo no encontraría ganas para continuar con esta historia y, sin embargo, ya veis que la llevo hacia adelante poco a poco. ¡Os quiero!

1 comentario:

  1. Vaya no estaba el hermano en casa joer!!!
    Bueno bueno se encontraran o no???
    Uy que casi muerden a Vicent que poco a faltado....
    Ha estado muy interesante este capitulo, lo que deberías de mirar es no repetir palabras en la misma oración como: El tío mata tíos con tenedores.
    Un beso niña y a seguir asi.

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