jueves, 14 de julio de 2011

La medicina... ¿Une?

Habían llegado sanos y a salvo. Ver a Alma, Vincent y Tony traspasar las puertas con las armas hizo que su nerviosismo desapareciera para dar paso al júbilo. Se acercó rápidamente al ver las caras de cansancio de los tres, cogiendo a Alma de las manos.
-¿Estáis bien?- preguntó. Parecían bastante enteros, pero por lo que comprobó al rozar la mejilla de su amiga pudo notar que un sudor frío aún les recorría.
-Eso de ahí fuera es terrible- consiguió decir Tony, dejando las armas en el paragüero de la entrada tras asegurarse de que la puerta estaba completamente cerrada de nuevo -. ¿Podrías llamar a Lluvia o a Jacky para que miren si están en shock aún? Alma vomitó en casa.
-Estoy bien, estoy bien- negó la pelirroja. Marcos aún la sujetaba, así que aprovechó para tirar de ella hacia el comedor y sentarla en el sofá. Allí, en la mesa, Richi jugaba al ajedrez con Adrana mientras Fran jugaba a la consola.
-A ver, Alma, siéntate y traigo a Jacky- dijo el muchacho con la dulzura que le caracterizaba, dedicándole una dulce sonrisa.
-No, no, en serio- sintió las manos de la muchacha en sus mejillas y vio cómo en sus labios se dibujaba una tierna sonrisa -. Yo con descansar estaré bien, solo quiero dormir un poco.
-No te preocupes, tío, no va a estar sola- dijo Fran con una sonrisa. Se giró hacia él, enarcando ambas cejas curioso -. Aunque esté jugando yo puedo echarla un ojo, así que déjala dormir un rato. Además enseguida viene Carlos, que ha ido al baño.
-¡Coño, es que necesitaba echar un meo!- exclamó el peliazul nada más volver, cogiendo su mando –¿Qué ha pasado?
-Cerrad ya la boca y dejadme dormir, joder- dijo la pelirroja de malos modos. Marcos sonrió y la tapó con cuidado, negando suavemente. Aunque ella no quisiera ir, le preguntaría a Jacky por si acaso. Se incorporó, dejando a sus dos compañeros jugando a pegarse entre ellos en el Street Fighter y se encaminó hacia la habitación de las doctoras.

Llamó a la puerta con cuidado, por si las molestaba. No le gustaba interrumpir a la gente, pero supuso que a esas horas no podrían estar haciendo mucho más que dormir o entretenerse con algo. Esperaba que ese algo no fuera precisamente demostrarse lo mucho que se querían.
-¡Adelante!- la cantarina voz de Lluvia se alzó del otro lado, por lo que abrió la puerta sin miedo, pasando al interior.
-Disculpadme, venía a haceros una consulta, si no os importa- ambas mujeres estaban sentadas en la cama con varios libros de medicina esparcidos por encima. A Marcos siempre le había gustado la medicina aunque su padre se había emperrado en que debía ser bioquímico como lo había sido su madre -¿Molesto?- se quedó un instante mirándolas a las dos. Estaban en camisón, un poco más escuetos de la cuenta, pero estaban cada una sentada a un lado de la cama con los libros como barrera.
-Claro guapetón- dijo Jacky, haciendo una señal a su lado para que se acercara -. Ven, siéntate y cuéntanos qué te ronda por esa cabecita ¿Algún problema íntimo? ¿Alguna chica que te gusta y no sabes cómo entrarle?
-¡Jacky!- exclamó lluvia, aunque no le pareció enfadada; más bien parecía una niña tímida que regañaba a su hermana por decir algo demasiado indecoroso. Aquello le hizo reír por un momento. Aunque en un principio pensó que eran raras por haberle sacado de allí de aquella manera, ahora agradecía habérselas cruzado.
-No… bueno, el problema es con una chica, pero creo que nada de lo que os podáis imaginar- se acercó a la cama tranquilamente y se sentó al lado de Jacky tras apartar un montón de libros de M.I.R. Por eso habían tardado tanto y habían pasado por la librería, para coger los libros y poder estudiar. Pero… ¿de qué les iba a servir ahora la especialidad?
-Bueno, tú cuéntanos como si fuéramos tus hermanas mayores y te ayudaremos en lo que sea- dijo Jacky. Sintió el cálido brazo de la pelirroja rodearle y atraerle contra su cuerpo. Tragó saliva ¿Cómo iba a concentrarse con ese portento de mujer en camisón y abrazándole de aquella manera? “Calma, Marcos, estos es importante” se dijo a sí mismo. Sacudió la cabeza ligeramente para despejarse y sonrió de nuevo.
-Veréis, están de vuelta ya los de la expedición, pero según nos ha contado Tony Alma vomitó en casa de Vincent.
-¿Pero está herida?- preguntó Lluvia, gateando hacia ellos.
-¡No, no! Simplemente fue que al llegar le dieron ganas de vomitar. Por lo que dijo el padre de Prímula sufrieron un shock. No sé qué pasaría, pero…
-Puede ser una reacción física a un estado psicológico- dijo Jacky antes de que pudiera terminar, con una sonrisa -. La mente humana es imprevisible, querido, y puede desencadenar, en ciertos estados, algunas dolencias físicas. Con el estrés, por ejemplo, se puede caer el pelo, pueden bajarse las defensas, provocar una reacción alérgica fantasma,… Si no vuelve a vomitar en lo que queda de día, habrá sido solo producto del mal trago.
-Menos mal… me quitas un peso de encima- suspiró largamente. Cierto era que si no la habían mordido no podría ser ninguna reacción por culpa de lo que estaba sucediendo, pero… ¿Por qué se había preocupado por una simple vomitona?
-Estamos en una situación delicada. Cualquier cosa vas a verla como un mundo- pareció haberle leído la mente. La miró un instante y encontró, en sus labios, una traviesa sonrisa. De repente uno de sus finos dedos le golpeó entre las cejas -. Frunciste el ceño tras hablar, así que supuse lo que estabas pensando.
-Me sorprendes, tía…- realmente aquella pelirroja, por mucho que molestara e intentara avergonzar a todos, era más lista que cualquiera de ellos.
-Chicos, voy a ver cómo están Vincent y Zack ¿vale?
-Lluvia…. Han vuelto solo los tres- aquello pareció desatar algo. La expresión tranquila de la muchacha se tornó seria de repente y salió de la habitación a la carrera, dejándoles solos.
-Es como su hermano pequeño- aclaró Jacky sin soltarle -. Vincent y ella, como ya viste, fueron novios durante varios años, así que el niño y ella también desarrollaron una relación como hermano y hermana mayor. Está preocupada por ambos.
-¿Y no te molesta?- preguntó. Le sorprendía verla con la mista calma que varios minutos antes, como si las reacciones de Lluvia ante el moreno y su familia no pudieran suponer un peligro para ellas: o estaba muy segura de su relación, o realmente estaba preparada psicológicamente para lo que pudiera suceder.
-¿El qué? ¿Qué se preocupe tanto por ellos?- la oyó reír, una risa clara, cristalina e incluso un poco pegadiza. No pudo evitar una pequeña sonrisa –No, para anda. Sé que Lluvia aún siente algo por él, no creas que soy tonta… pasaron muchas cosas juntos y él la quiere con locura. Pero también sé que sin mí no soportaría; las dos somos un pilar la una para la otra. Si una se cae, la otra también, así de sencillo.

No supo que contestar a eso. Debió de quedarse unos minutos pensando en aquella extraña relación, en aquel curioso triángulo… ¿amoroso? Que había entre aquellos tres. Por lo poco que sabía de la pareja, la medicina las unió hacia ya unos años y no se habían separado desde entonces. Esperaba que ahora una crisis biológica como aquella no terminara por romperla.
-¿Te interesa la medicina?- dijo de repente la pelirroja. Sí, se había quedado en silencio demasiado tiempo, con la mirada fija en uno de los libros.
-Lo cierto es que siempre quise ser médico, pero mi padre quiso que me metiera a bioquímica.
-¿Para seguir sus pasos?- preguntó. Ciertamente aquello habría sido lo normal; los padres solían desear que sus hijos siguieran sus pasos en la vida si habían conseguido llegar lejos. Pero su caso era distinto.
-No, no, los de mi madre. Murió cuando yo tenía ocho años en un accidente de laboratorio y… bueno- arrugó la naricilla. No le gustaba mucho hablar del tema, pero allí, al fin y al cabo, no podían hacer mucho más para entretenerse. Además pasando tanto tiempo juntos era inevitable que alguien acabara sacando el tema -. Mi padre no superó del todo su muerte; aún hoy en día creo que no la ha superado. Cuando acabé el bachiller me pidió que eligiera bioquímica y no medicina ya que seguramente a mi madre le habría gustado.
-¿Pues sabes qué?- le sobresaltó que palmeara su muslo con firmeza en aquel momento que a él le pareció tenso. Sin embargo la repentina acción había hecho que la tensión se disipara con una velocidad pasmosa –Lluvia y yo vamos a enseñarte algo de medicina poco a poco. Empezaremos seguramente con primeros auxilios, suturas,… lo básico, vaya. Y después, poco a poco… pues te iremos enseñando más cosas.
-¿De verdad? ¿No sería una molestia?
-Cariño, no hay mucho que hacer aquí y a mi los videojuegos no me gustan- rió la pelirroja de nuevo -. Y tampoco puedo tener a Lluvia todo el día en la cama y no hablar con el resto, vaya compañeras sino ¿verdad?
-Bueno… pues… muchas gracias, Jacky, en serio. No sé cómo agradecértelo- estaba feliz. Aunque la situación no era la mejor, el hecho de poder adentrarse un poco en aquella materia que tanto le apasionaba de la mano de dos doctoras hacía que sintiera ilusión. Mantendría la cabeza ocupada aprendiendo, por lo que no pensaría en lo que había tras esas cuatro paredes.
-A mi se me ocurre que podríamos empezar por la primera lección… Anatomía- no supo cómo, pero de repente aquel portento de mujer estaba encima de él. Pudo ver perfectamente sus grandes senos apretados por el sujetados formando un exquisito escote y no pudo evitar sonrojarse. Estando medio reclinado hacia atrás, comenzó a recular en la cama, pero cada paso que daba él hacia atrás, era uno hacia delante que daba la pelirroja.
-N-no creo que sea… bueno… ahora… Ehm… S-si eso cuando lluvia también esté- tartamudeaba ¿Qué demonios le pasaba? Bueno, era más que obvio. La mujer se relamía delante de él y se movía como un felino sobre su presa. Le estaba costando horrores dejarse a aquella diosa hecha mujer.
-¿Con las dos? Uy, si que eres tú lanzado, cariño… Me encanta- se quedó completamente quieto de repente y tragó saliva. Sintió los labios de la mujer sobre los propios, pero tan solo un instante. Aquello le hizo recular una vez más y caer de la cama, dándose un golpe tremendo. Había llegado al final de la misma y no se había dado ni cuenta. Escuchó la escandalosa risa de la doctora y la vio volver a su sitio -. Anda, pequeñín, ven mañana y comenzamos con las clases. A ver si te unes a nosotras tanto como Lluvia se unió a mí.

Se había tropezado varias veces hasta dar con la puerta y hasta que no salió al pasillo no se quedó tranquilo. Aunque las admiraba, odiaba ser el blanco de las bromas sexuales de Jacky ¡Era un chico joven y no podía resistir tanto a las tentaciones! ¿Es que le gustaba verle como a un pobre conejito eligiendo entre caer por un precipicio o lanzarse a las fauces del lobo? Necesitaba una ducha fría en ese mismo instante, así que se dirigió a grandes pasos hacia el baño. Una vez saliera ya pensaría mejor cómo afrontar los ataques de la mujer la siguiente vez. Aún así estaba feliz: iba a empezar a adentrarse en el fantástico mundo del cuerpo humano y, si la suerte estaba de parte del grupo y salían con vida de aquel infierno, quizá podría llegar a dedicarse a ello en un futuro.
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NOTAS DE LA AUTORA:

M.I.R. (Médico Interno Residente): Programa de formación para licenciados en medicina en España previo a conseguir el título de especialista.

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