lunes, 11 de abril de 2011

¿Noticia o inocentada?

El reloj marcaba las 8:37 de la mañana y el cercanías acababa de parar en Chamartín dirección a Colmenar. Vista la hora Prímula sabía que al menos no habría mucha gente en las salas de informática de su facultad y podría probar allí mismo si el trabajo para una de las asignaturas funcionaba o no para mostrárselo al profesor al finalizar las vacaciones de Navidad. Era 28 de diciembre y la mañana se había levantado con una espesa niebla que cubría todo el cielo de Madrid. Aunque la muchacha estaba entusiasmada con haber comenzado aquel año la carrera de Ingeniería informática, las gélidas mañanas de invierno hacían que deseara permanecer mucho más tiempo en la cama bajo el calor de las mantas.
Cuando las puertas del tren se abrieron, subió al vagón y tomó asiento en el primer sitio libre que vio. Se deshizo del gorro que cubría sus negros cabellos, recogidos aquella mañana en dos largas trenzas que caían por los laterales de sus pechos, y de la bufanda que mantenía ocultos sus labios rosados. Sus mejillas estaban rojas por el frío y hacían que sus grises ojillos resaltaran aún más. Una vez cómoda y mientras el pitido que avisaba del cierre de puertas sonaba de fondo, cogió un periódico gratuito que alguien había dejado por allí y se dispuso a leerlo.
-Veamos qué dice hoy la prensa… Aunque posiblemente alguna noticia trampa habrán metido viendo el día que es- se dijo para sí misma mientras leía con atención la portada del periódico. No pudo evitar sonreír ligeramente al leer el título de la noticia, negando suavemente con la cabeza ¿Cómo podía ser tan obvia la noticia trampa?
-¿Tanta gracia te hacen los titulares, señorita Granados?- la voz hizo que diera un pequeño bote e incluso que emitiera un ligero gritito de sorpresa. No se esperaba encontrarse con nadie aquella mañana y, sin embargo, al alzar la mirada tenía sentado en frente a uno de sus profesores, que en ese momento reía ligeramente. Era el más joven que tenía y le caía bastante bien, además de que le parecía muy guapo, como a todas las chicas de su clase, que parecían suspirar por él.
-Buenos días, profesor Varela- sonrió ligeramente e incluso inclinó un poco la cabeza -¿También tiene cosas que hacer esta mañana en la facultad?- preguntó, aunque enseguida se arrepintió de haber sido tan cotilla.
-Fuera del horario de clases llámame Vincent, por favor, aún no me acostumbro a que me tratéis tan educadamente- en sus labios asomó una sonrisa y aquello tranquilizó a la muchacha. Ahora que le veía bien no le extrañaba que fuera tan popular entre las muchachas: era alto, de piel pálida y cabello negro como la noche, largo y cortado a capas, lo que le daba un aire algo desaliñado. Además sus ojos, de un color negro, cuando les daba el sol emitían destellos rojizos de vez en cuando –Y si, si, tengo que terminar de corregir unos trabajos y dejarlos allí archivados. No me gusta llevarme las cosas a casa porque sino luego se me olvida traerlas o incluso las pierdo.
-Nunca pensé que fuera tan despistado, profe…- se dio cuenta a tiempo de que estaba apunto de ser demasiado formal, así que rectificó en el instante –Vincent.
-Y dime ¿Qué te hacía tanta gracia…? Ehmm… lo siento, me aprendí tu apellido, pero no tu nombre.
-Prímula, me llamo Prímula- se adelantó a contestar, enseñándole luego el periódico -. Me reía de lo obvio que ha sido el gazapo de este periódico por el día de los inocentes- se lo tendió con cuidado y lo soltó cuando el hombre lo tomó entre sus manos para leerlo bien.
-Desaparece el biólogo George J. Stanhope y salta la alarma bacteriológica- leyó en voz alta mientras cruzaba sus piernas para acomodar sobre el arco que estas formaban el papel -. Según el jefe del laboratorio bacteriológico de Nueva Yersey, Chandler Redmond, uno de sus más renombrados hombres, George J. Stanhope, ha desaparecido durante la madrugada llevándose consigo un maletín que contenía un experimento de alto riesgo en el cual llevaban seis meses trabajando. Según declaraciones  de Redmond “El contenido no es altamente nocivo para el ser humano, pero no queremos arriesgarnos a que la población pueda ser infectada y se desate algún tipo de epidemia”. La policía ya ha sido avisada en todo el país y el científico está buscado por la ley. De momento se tiene constancia de que no ha dejado el país- terminó de leer, negando suavemente -. El resto es solo paja informativa sobre el laboratorio y su trabajo en favor de la comunidad.
-¿No te parece que pueda ser una broma?- preguntó, curiosa, ya que había leído el artículo con una voz bastante seria e incluso había sentido algo de pánico al oírle, llegando a pensar que incluso podría ser algo real.
-Estoy seguro de que es una tontería del periódico. Si hubiera ocurrido algo así no creo que lo trataran como una mera anécdota de patio de instituto- sonrió, cerrando el periódico y levantándose al pasar el tren el último túnel antes de la llegada a su destino. Prímula se incorporó con él y se colocó el gorro y la bufanda.
-Menos mal... Creo que una amenaza biológica real podría hacer entrar en pánico a todo el mundo. Solo hay que ver cómo se ponen los medios de comunicación con una epidemia de gripe- sonrió, caminando hacia una de las puertas de salida del tren. Cuando éste se detuvo. Prímula posó el botón y bajó al andén seguida de su profesor.
-Para ser de primer año me gusta la manera en la que hablas… Pareces estar enterada de bastantes cosas ¿eh?- dijo, con una media sonrisa, y Prímula no pudo hacer más que esconderse tras su bufanda al sentir que los colores se le subían. Al menos, si la veía, podía achacar el color al frío de aquella mañana.
-Bueno… siempre he leído mucho y he visto las noticias con mi padre- contestó tímidamente. Vivía sola con su padre, que trabajaba como policía, ya que su madre se había fugado con un amante cuando apenas tenía un año de edad y les había dejado solos. Traspasó el control de salida de la estación hacia la entrada al campus y salió de allí de camino hacia la Escuela Politécnica, que les quedaba a un buen rato paseando.
-Así que te gusta leer… A mi también, mucho además, sobretodo Ciencia Ficción. Soy un gran fan de Asimov- rió el hombre y Prímula se sintió de nuevo algo más relajada. Hablar con él era como hablar con cualquier compañero más -¿Qué más te gusta hacer?
-Bueno… me encanta el deporte, sobretodo las artes marciales- dijo, tranquilamente -. De hecho estoy apuntada a kendo aquí en la universidad.
-No me lo creo ¡Si tienes cara de no haber roto un plato!- exclamó, con una pequeña risa, lo que hizo que Prímula se sonrojara nuevamente. Aún así el viaje se le estaba haciendo agradable y aquella extraña noticia-gazapo empezaba a desaparecer de su cabeza. Había encontrado alguien más con quien hablar en la facultad si algún día comía sola y le veía por allí.

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