sábado, 21 de mayo de 2011

La escapada: Parte I

Nuevamente se había encontrado con su alumna en el tren de pura casualidad y se había sentado con ella. Como había vivido en sus carnes que los profesores, en su mayoría, fueran unos rancios, él había tomado la política de ser profesor en el aula y, si se daba la ocasión, conocido en la calle ¿Porqué iba a tener que seguir siendo alguien superior a los alumnos fuera de su horario de trabajo? No le parecía en verdad muy lógico y, además, aún era joven para volverse tan huraño.
Prímula se había convertido en una buena compañera de viaje desde el primer día que se encontraron y, desde entonces, había decidido sentarse con ella siempre que sus horarios coincidieran. Y aquel día lo habían hecho. El tema de la conversación había girado todo el trayecto en torno a ellos mismos, ya que pocas veces habían intentado indagar el uno en la vida del otro. Sin embargo ese día Vincent se sentía como Jorge el curioso.
-Entonces… ¿vives con tus padres?- preguntó cuando el tren cerró las puertas en Chamartín, justo antes de arrancar en dirección a Cantoblanco.
-Solo con mi padre- contestó ella -. Mi madre murió cuando yo era muy pequeñita y casi no la recuerdo.
-Vaya, una historia triste- torció ligeramente el gesto. Quizá no debió haber preguntado algo tan personal conociéndola desde hacía tan poco tiempo. Sin embargo, la voz de la morena le sorprendió con una pregunta similar.
-¿Tú también vives con tus padres?- aquello le hizo reír. Sus alumnos solían verle ya como un hombre hecho y derecho, alguien adulto. Y, sin embargo aquella chiquilla al final se había tomado tantas confianzas con él que le formulaba preguntas casi esperando una respuesta similar a la que tendría una dolescente.
-Que va. Mis padres se fueron a vivir de nuevo a Londres cuando yo por fin me gradué para cuidar de mi abuela. Vivo con mi hermano pequeño.
-¿Tus padres viven fuera de España?- vio que los ojos de la muchacha se abrían curiosamente y aquello le provocó una nueva carcajada. Se le antojaba como un cachorrito atento a las luces de colores y a los papeles brillantes del suelo, preguntándose qué demonios es eso tan chulo.
-Sí, así es. Mi padre es madrileño, pero mi madre es londinense. Vinieron a vivir a España por trabajo, pero ya ves, mi abuela enfermó y se han marchado dejándome a cargo de un adolescente hormonado- rió suavemente, cruzándose de brazos -. Aunque en verdad no puedo quejarme. Es un niño bastante inteligente y tiene unas ansias de saber mayores que las de cualquier chaval de su edad- ahora que lo pensaba, Prímula le recordaba un poco a él. Aunque debía confesar que la niña era mucho más tranquila.
-¡Vaya! Seguro que contigo está la mar de bien- la sonrisa tímida y dulce de la muchacha le hizo reír de nuevo ¿Le tenía por algo así como un padre joven?

Pronto pasaron Fuencarral y llegaron a Cantoblanco. El tren entró en la estación y, como siempre, se detuvo en su sitio. Misteriosamente las puertas no se abrieron pese a que había gente pulsando los botones. Observó a su alrededor y le llamó la atención un muchacho con la tez cenicienta, casi hasta con un tono enfermizo. Ya habían dicho que había una pequeña enfermedad infecciosa que habían traído los pasajeros del avión siniestrado y que algunos ciudadanos habían empezado a manifestar los síntomas de la azafata que provocó el susto.
-Vaya ánimos… Venir a la Universidad estando tan malo- susurró, sin apartar la vista del muchacho, que se tambaleaba de un lado a otro, como si perdiera el equilibrio.
-“Señores pasajeros”- la voz del conductor le hizo apartar la mirada de aquel muchacho y atender a las palabras –“. Los equipos sanitarios de Madrid, debido a una posible epidemia de una enfermedad tropical, ruegan desalojen los trenes por completo y salgan de la estación hacia el campus. Allí se les realizará una pequeña exploración para cerciorarse de que están sanos y podrán continuar su trayecto una vez se restablezca el servicio de cercanías. Repito, salgan, por favor, en orden y con tranquilidad hacia el campus. Allí les atenderán los servicios sanitarios de Madrid en cuanto lleguen. Los trenes permanecerán apeados en ambos andenes y se restablecerá el servicio en la línea en un intervalo de 30 y 60 minutos. Disculpen las molestias”
-¿Nos van a hacer pruebas?- la chica le miró mientras la gente comenzaba a bajar del tren, indignada, tras la apertura de puertas. Él tan solo sonrió y posó la mano sobre el hombro de su alumna.
-Vamos, un pinchacito de nada. Además, tú estás sana, seguro- traspasó con ella las puertas de acceso a la estación y se colocó en una de las largas colas de salida. Como también gente del otro andén había comenzado a salir, los tornos de seguridad se habían abierto para despejar el pequeño edificio lo antes posible. El aire estaba ligeramente cargado ya dentro debido a la inusual afluencia de gente. Si un día normal aquello estaba hasta arriba, ese día parecían sardinas intentando salir todas de golpe de la lata –Espera un poco- detuvo a la muchacha, que parecía querer colarse en medio de aquella marabunta.
-¿Pasa algo?- preguntó ella, girando el rostro hacia su profesor. Vincent sonrió y negó con la cabeza suavemente.
-Nada, simplemente que como te metas ahí dentro vas a acabar espachurrada- soltó una carcajada y ella le siguió con una cantarina risa. En cuanto la zona se despejó un poco más, empujó a su alumna a salir de allí junto con las últimas personas. 

Una vez fuera, las puertas se cerraron de golpe, dejándoles sin posibilidad alguna de regresar al interior.
-¡No os agolpéis, dejad sitio!- una voz femenina desconocida le hizo girarse hacia la derecha. Había un grupo de gente delante de las puertas ya cerradas, creando una especie de ring circular, como cuando se monta alguna pelea en el patio de un colegio. A la voz de la mujer, todos se fueron echando hacia atrás, dejándoles a ambos una buena vista de lo ocurrido. El muchacho aquel con cara de enfermo estaba tumbado boca arriba en el suelo, con un hilo de sangre saliendo de su boca. La mujer le realizaba la reanimación cardiopulmonar y le había clavado, según pudo ver, la funda de un bolígrafo bic en la tráquea para permitirle respirar -¡Que alguien vaya a avisar a al SAMUR, rápido!- un par de chicos salieron corriendo hacia el interior del campus. Al menos eran efectivos.
-Ven, Prímula, será mejor que nos vayamos- rodeó los hombros de la muchacha con el brazo, suavemente.
-¡Aquí ha caído otro!- una voz algo más lejana se levantó por encima de los murmullos. En el cruce de caminos, sobre el césped, había caído una persona más. La zona cada vez estaba más atestada de curiosos y se juntaron dos anillos de gente que casi podían rozarse.
-¡He dicho que no os juntéis…!- no pudo acabar la frase. Los ojos de aquel muchacho se abrieron de golpe y parecieron observar todo con fascinación –Menos mal. No intentes hablar, no vas a poder… Enseguida vendrá el SAMUR- la gente comenzó nuevamente a murmurar mientras Vincent no apartaba la mirada de aquel chico. Vio cómo intentaba incorporarse pese a que la mujer se lo impedía. De repente, se abalanzó sobre ella. No pudo explicarse qué había pasado ni cómo, pero de repente el muchacho tenía en su boca un largo trozo de carne y el suelo empezaba a teñirse de rojo sangre. Los murmullos se convirtieron en gritos y la gente comenzó a huir de allí. Prímula se había abrazado tan fuerte a él que casi no podía ni moverse ¿O era el terror lo que le estaba paralizando?
-Piensa rápido, Vincent…  en los Resident Evil nunca debes quedarte quieto en situaciones así- se dijo. Casi parecía una tontería decirse aquello, pero la escena era demasiado parecida a las de aquellos juegos. Solo que esa sí era real. Los gritos se sucedieron nuevamente, esta vez algo más lejanos. Miró alrededor y vio que cada vez estaban más expuestos a la vista de aquel ser por no haberse movido -¡Vamos, corre!- no le salió otra frase. Hizo que la chica se soltara de él, agarró su mano y tiró de ella hacia el Pabellón B.
Todo el mundo huía despavorido por la avenida principal, con lo cual era el peor camino a tomar. Si iba por el centro, lo más posible es que la marabunta les tirara. Pudo ver cómo el otro caído se había levantado también y estaba mordiéndole la garganta a otra persona ¡Era una puta pesadilla!

Corrió y corrió tirando de la muchacha hacia las escaleras de bajada. Entrarían a la Facultad de Filosofía e irían por dentro hasta la suya propia. Una vez allí, ya vería lo que hacían.
-V-Vincent… e…ese…- la voz de la chica sonaba como un lamento de desesperación. Y no le extrañaba. La escena había sido realmente horripilante, y si a él, acostumbrado a jugar a juegos de terror, le resultó más que chocante, aquella delicada chica debía estar muerta de pánico.
-No pienses en eso. Escucha, todas las facultades están comunicadas entre sí- comenzó a explicar, bajando las escaleras del altillo donde estaba el Pabellón para poder cruzar la calle hacia la Facultad –. Al menos unas cuantas. Desde la de Filosofía podemos ir, a través de ellas, hasta una de las de ciencias. De allí correremos hacia la nuestra ¿de acuerdo? Dentro estaremos más seguros- no solo lo decía por y para ella… También él quería creer que dentro estarían a salvo.
Cruzaron la calle a la carrera y bajaron hasta el puente de la cafetería. Acortarían desde ahí hasta magisterio. Subieron las escaleras hasta la puerta y agarró el tirador. No se abrió. Tiró varias veces, con fuerza, pero la puerta estaba cerrada con llave.
-¡Joder!- gritó de desesperación ¿Justo ese día tenían que cerrar la cafetería?
-¿N-No hay otra entrada?- preguntó nerviosa. Cogió aire un par de veces y lo expulsó con lentitud. Debía calmarse, al menos por su alumna.
-Sí, sí. Este era un atajo. Vamos, por aquí- la tomó nuevamente de la mano y desanduvieron el camino, torciendo hacia la derecha, hacia la entrada que daba justo a la puerta del módulo diez.

Tuvo tiempo de reaccionar a tiempo. Agarró a la muchacha y la abrazó contra su pecho para que no viera lo que estaba apunto de suceder. Un muchacho más bien escuálido, de cabello negro recogido en una coleta, había levantado una barra de hierro, arrancada de una de las papeleras, y estaba apunto de jugar al baseball con la cabeza de otro de esos seres de ultratumba. Y no se confundió. El muchacho giró sobre sí mismo y le reventó la cabeza a aquel ser. Parte de los sesos salieron disparados contra un árbol y la sangre casi le salpicó hasta los zapatos. Aquel mugriento ser, ahora ensangrentado y completamente destrozado, cayó al suelo formando un nuevo charco de sangre.
-¿Pero qué cojones…?- al parecer su voz hizo reaccionar al muchacho, que se giró hacia ellos y alzó la mano.
-¡Estáis a salvo! Aún no hay muchos de estos por aquí- el tono del muchacho era tranquilo, quizá demasiado para la situación en la que se encontraban –Vamos, entrad conmigo, creo que dentro aún no hay nada raro.
-¿Quién eres tú y qué haces con ese palo en la mano?- preguntó, aún anonadado ¿ese tirillas había podido arrancar un trozo de metal de aquel tamaño del suelo?
-¿Yo?- les había abierto la puerta de la facultad y estaba esperando a que entraran. Vincent caminó hacia ella, sin soltar a Prímula para que no viera semejante carnicería, y pasó al interior -Me llamo Ricardo, pero casi todos me llaman Richi. Trabajo en la facultad ayudando con el sistema informático. Y esto…- le vio alzar el palo, aún algo ensangrentado – me lo encontré tirado en el suelo y viendo el panorama pensé que sería lo más útil. En Silent Hill Origins el tío pegaba hasta con una percha de esas de hospital.
-Yo soy Vincent- dijo, soltando ya a la muchacha, que temblaba aún de terror.
-Y-yo me llamo Prímula- consiguió balbucear la chiquilla -.E-encantada.
-Lo mismo digo- contestó el muchacho, mirando alrededor -. Creo que esto es grave. Si no os importa mejor vayamos juntos. Al menos de momento.
-Sí, creo que es lo mejor. Nosotros veníamos a ver si podíamos ir desde aquí hasta ciencias por dentro. Luego iríamos a la Politécnica.
-Mala idea no es, porque fuera hay un caos que te cagas- y razón no le faltaba. Los gritos cada vez se oían más cerca, así que supuso que la gente estaba corriendo por todos lados para salvarse de aquello y se formarían tapones, habrían accidentes,… –Vamos a ver si se puede pasar por la cafetería, sino iremos a través de algún módulo.
-Bien, vayamos- asintió suavemente. La Facultad era un largo pasillo desde la entrada principal hasta el módulo ocho; a mano derecha se encontraban los módulos pares y a mano izquierda los impares. De ahí, tras subir unas escaleras, a mano derecha había unas estrechas que subían al piso superior, y otras que bajaban a la cafetería. Frente a ellas se encontraba reprografía. La pared que daba a las escaleras de la cafetería se alargaba y la de reprografía lo hacía a su vez hacia el fondo, creando un pequeño recodo, de modo que el módulo nueve y el módulo diez estaban como en un pasillo un poco apartado. Allí se encontraban ellos y, por posición, no veían mucho más que el pasillo y las mesas que había entre los dos módulos.
Caminaron unos cuantos pasos antes de ver que tampoco allí estarían seguros. Justo entre las escaleras de subida al piso de arriba y las de la cafetería había un cuerpo con las mismas características que aquellos que estaban atacando. Se encontraba inerte en el suelo, sobre un pequeño charco de sangre, la cual brotaba de uno de sus globos oculares. No quiso fijarse en más detalles. Agarró a Prímula con fuerza y comenzó a retroceder, al igual que Ricardo.
-Tío… esto se pone jodido si ya han entrado hasta las Facultades- dijo el moreno, agarrando bien el palo, como aferrando su esperanza a él. Vincent iba a decir algo cuando de repente escuchó una puerta abrirse tras de él. No le dio tiempo a reaccionar y varias manos tiraron de él y de la muchacha hacia el interior. Solo pudo pensar en aferrarla más contra su cuerpo: intentaría protegerla con su propia vida si era necesario.

5 comentarios:

  1. Wow una epidemia!!!!Ostras a mi tambien me ha recordado a Resident Evil, que bueno!!!
    Que angustia tiene que dar verse en una situación así.
    Muy buen relato

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  2. Ey veo que te ha salido lo de Responder jejejeje que guay!!!!

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  3. @JOTAGE2 Jajajaja sii, te vas a reír, pero todo esto lo soñé más o menos así (solo que lo vivia yo XD) y eso me inspiró a escribirlo! La gracia que creo que tendrá la historia es precisamente que varios de los protagonistas han jugado a juegos o visto peliculas sobre este tipo de infecciones/epidemias, así que aparte de ingeniosos, habrá comentarios del estilo (me encanta Resident Evil, Silent Hill,... XDDD asi que imagina) ¡¡Espero que te siga gustando!!

    Y dios, es facilicimo el tutorial, me salió a la primera y queda hiper chulo! como si fuera profesional, vaya! Jajajaj mil gracias!

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  4. @Narielita Joer vaya sueños!!! es que viste alguna peli de zombies??? xD
    Seguro que me seguirá gustando.
    Era muy facil el tutorial, casi todos son faciles solo hay que poner los codigos en el sitio preciso.

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  5. @JOTAGE2 Jajaja pues no me acuerdo! Muchas veces mi subconsciente es asi de raro, tengo sueños bastante extraños sin razón XD Pero oye, si eso me hace ser creativa, yo no me quejo XDDD

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