sábado, 28 de mayo de 2011

La escapada: Parte III

¿Había escuchado bien? Lo empezaba a dudar. O eso, o aquella extraña pelirroja de bonitos pechos estaba trastocada de la cabeza. Carlos les estaba esperando en la estación para escaparse, y quizá la mejor opción era trepar el muro que daba a los andenes… sí, quizá si lo proponía le harían caso.
-A ver, a ver- dijo Fran tras carraspear ligeramente, mirándoles a todos -¿No sería menos peligroso trepar el muro del aparcamiento? Subimos con ayuda de los demás y saltamos al otro lado- dijo, cruzándose de brazos tranquilamente.
-Sí claro- dijo la pelirroja mientras le miraba -. Y mientras esos bichos se sentarán amistosamente a observar cómo su desayuno se larga por patas trepando cuales chimpancés del zoo ¿no?- resopló largamente, negando.
-Siento decirlo, pero estoy con Alma- dijo el más mayor, aquel que había dicho llamarse Vincent. Parecía el más racional de todos y aún así a él le seguía pareciendo mejor idea la de la pelirroja ¿Estaban locos? ¡Podían matarse! Él era inteligente, ¡Era un paladín! -. Salir en grupo y esperar a trepar los seis, nos hace un blanco demasiado fácil.
-Y no tenemos armas adecuadas para defendernos- continuó el otro muchacho de la coleta que se había sentado en una silla, la única que había en toda la sala de reprografía -. Con el tiempo que ha pasado desde que todo comenzó, posiblemente el número de zombies se haya multiplicado.
-¿Porqué te empeñas en llamarlos zombies?- preguntó Prímula. Aquella muñequita no había hablado casi hasta ese momento, y le pareció hasta tierna la manera en la que lo había hecho. Se la veía asustada y tuvo ganas de acercarse y abrazarla contra su pecho. Pero si lo hacía probablemente solo la asustaría más. Al fin y al cabo no se conocían de nada.
-¡Porque es lo que son! ¿No has visto las películas? ¿O jugado a videojuegos?- preguntó Richard de nuevo, a lo que la chiquilla  negó firmemente.
-No te preocupes- se adelantó entonces él, con una amplia y bonachona sonrisa en los labios -. Nosotros nos encargaremos de defenderte. No te pasará nada mientras estés con nosotros.
-En eso tiene razón aquí el trepa-paredes- dijo la pelirroja con una sonrisa. Parecía bastante basta en maneras para lo atractiva que era, como si fuera una capitana de barco pirata obligada a comportarse como una señorita de buena familia. Por supuesto sin llegar siquiera al nivel de dama de compañía -. Somos varios y evitaremos que esas cosas nos pillen. Cuando quieras darte cuenta estaremos metidos en un tren robado y saliendo de aquí… Aunque eso signifique saltarnos la ley un par de veces.
-Bien- dijo Vincent con una media sonrisa, mirándoles a todos uno por uno –Entonces… ¿Cuál es el plan completo?
-La cosa es que salgamos de aquí por la puerta de la cafetería; mi coche está justamente en frente. Nos meteremos los seis dentro y atravesaré el campus con él hacia la estación- comenzó a explicar, apoyándose contra la pared -. Cogeré suficiente velocidad como para poder estampar el coche contra las puertas y abrirlas. Una vez hecho, solo tenemos que salir, saltar los torniquetes y subirnos al tren ese que quieren robar sus amigos,
-Vale ¿Y cómo movemos el tren?- dijo Adrana por fin, mirando hacia la pelirroja, a lo cual ella respondió encogiéndose de hombros.
-No os preocupéis, seguro que si Carlos lo ha dicho es por algo. Es un tío imaginativo- dijo Fran con una sonrisa. El plan seguía pareciéndole tremendamente  absurdo y demasiado peligroso. Pero era eso o acabar siendo un zombie o lo que quiera que fueran esas cosas. Sinceramente prefería morir en el intento o acabar siendo algo tan horripilante. ¡Qué coño! ¡Prefería seguir vivo!
-Bien, coged lo que podáis y en marcha- dijo Vincent mientras cogía unas tijeras de encima de la mesa. Fran les miró a todos: un palo de hierro, una silla, un cuchillo y unas tijeras. Al menos para el corto camino que era tendrían bastante. Alma se adelantó y abrió la puerta cuidadosamente, mirando a su alrededor, y les hizo una señal para salir. En el suelo aún estaba el cuerpo menudo de aquella mujer que había atacado a Adrana junto con un pegajoso charco de sangre.

Bajaron las escaleras hacia la puerta de salida del edificio. Alma iba delante y parecía estar atenta a todo ¿Se creía policía o algo parecido? Vale que estaba buena como las típicas policías de las series americanas, pero de ahí a subírsele el ego y creerse una… Negó suavemente, hasta que la visión de la calle le dejó ligeramente trastocado. Esos seres infectados a saber de qué se habían multiplicado como moscas. Parte del suelo estaba cubierto de sangre y de vísceras, y no solo el suelo sino también las partes de verde césped ahora parecían más bien los campos de un cuento infantil de terror ¿Cómo había llegado hasta allí la cosa? Y lo peor ¿Porqué les habían obligado a salir del tren y a entrar en ese infierno? Demasiadas preguntas y ninguna respuesta.
-Ya está… cuando diga, corriendo al coche- susurró la pelirroja, sacándole de sus cavilaciones. La puerta se abrió, lentamente, sin emitir siquiera un chirrido -. Ahora- susurró. Y comenzó una rápida y frenética carrera hacia el coche. Salieron de uno en uno, en fila y lo más deprisa que sus piernas les permitieron; bajaron las escaleras hacia la calzada y cruzaron la sangrienta calle. Fran miró un instante al final del todo y tuve que reprimir un gemido de asco. Uno de esos seres caminaba calle abajo, con el costado abierto y parte de las vísceras colgando, dejando un rastro de sangre a su paso.
-Vamos, Fran, sube- dijo Adrana desde dentro. Se habían sentado Ricardo, Adrana y Prímula en la parte detrás por ser los más pequeños, y Vincent había preferido ir delante con la pelirroja. Fran asintió y corrió a meterse en el coche.
-Bien tíos, agarraos bien, porque esto va a ser la ostia- dijo la pelirroja mientras se ponía el cinturón, cosa que todos los demás repitieron. Atrás, Ricardo sentó a Prímula sobre sus piernas y usaron el mismo cinturón de seguridad, cosa que extrañó un poco al moreno, que les miró interrogante.
-¿Qué?- preguntó Richi, enarcando una ceja –Somos los que menos ocupamos, tenemos esta ventaja- afirmó, como cosa obvia. El rugido del coche se alzó en el silencioso campus y enseguida comenzó a moverse. Se subió por la calzada y comenzó a ascender por la cuesta de piedra y hierba hacia la calle principal del campus, totalmente peatonal. Si lo que habían visto delante de la cafetería daba asco, la calle principal era todavía mucho peor. Había ya decenas de esos seres devorando a los pocos cuerpos que habían conseguido huir durante un rato, arrancando sus vísceras y su carne vorazmente, como ávidos depredadores –No mires, Prímula- Fran giró el rostro hacia la pareja y enseguida vio cómo, caballerosamente, el informático había tapado los ojos de la muchacha para evitarle tan terrible escena.
-Creo que estamos atrayéndoles- dijo Vincent mientras miraba por el retrovisor -. El ruido del motor está haciendo que se acerquen hacia aquí, Alma.
-Tranquilo, esto acabará enseguida- se colocó en el centro del paseo con una rápida maniobra. El coche patinó con la sangre y las vísceras, pero pudo controlarlo. Fran observó en silencio la maniobra de la pelirroja, y no solo él, sino todos. Cambió de marcha, pisó el acelerador y el coche salió disparado hacia la estación, llevándose por delante a un par de muertos vivientes por delante, manchando el blanco capó de sangre.

El impacto contra las puertas fue brutal. Pudo sentir cómo el cinturón se le clavaba en el pecho y le dejaba unos instantes sin respiración, cómo le rozaba el cuello y cómo su piel se abría ante éste, dejándole una pequeña marca. Pero estaba vivo… ¡Estaba vivo, joder! Al final la pelirroja iba a ser buena pensando y todo. Se atrevió a observar cómo había quedado la cosa mientras se desabrochaba el cinturón. Habían atravesado las puertas con la mitad del coche, levantando incluso la parte metálica delas mismas. Más de la mitad del vehículo se había introducido en la recepción de la estación, dejando espacio suficiente para la apertura de las puertas delanteras.
-Tíos, lo siento, pero tenéis que salir por delante- dijo la pelirroja mientras salía del coche junto con Vincent. Prímula fue la primera en pasar por entre los dos asientos y salir a la estación. A continuación lo hicieron Adrana y Richi, quedando él, como buen caballero, para el final.
Una vez salió del vehículo se colocó un instante al lado del resto, de cara al campus. Los seres que habían oído el ruido del coche se habían acercado y algunos ya golpeaban el resto de los cristales; algunos incluso intentaban colar las manos por los resquicios que había entre los restos de la puerta reventada y el coche.
-Será mejor que saltemos los torniquetes ya- dijo decidido, asintiendo firmemente.
-¿¡Pero cómo coño habéis hecho eso1? ¡Tío, ni me habéis avisado para unirme!- tango Adrana como él se dieron la vuelta hacia el lugar de donde procedía la voz. Carlos estaba al otro lado de los torniquetes junto con dos personas más.
-¡Carlos! ¡Que alegría que estés bien!- la morena salió corriendo y saltó los torniquetes apoyando las manos sobre el frío metal que sustentaba las puertas de apertura, lanzándose sobre su amigo efusivamente.
-Ya sé que soy irresistible, tía, pero no es para tanto- le escuchó reír mientras levantaba a su compañero. Fran también saltó, al igual que el resto -¿Porqué hay tanta gente aquí?
-Nos los encontramos en la facultad- asintió el moreno, palmeando la espalda de su amigo -. Aquella pelirroja, la kamikaze, fue la que salvó a Adri de uno de esos bichos mientras yo cogía las laves para escondernos. El resto aparecieron después.
-Chicos, lamento interrumpir, pero… creo que mejor las explicaciones luego- dijo el chico que se había mantenido detrás de Carlos junto con una tercera persona, una chica que a Fran le pareció tremendamente mona a primera vista, aunque estaba tan pálida que podría jurar que estaba apunto de vomitar –Esas cosas están empezando a mover el coche- se giraron hacia las puertas y era verdad. El empuje de tantos seres estaba empezando a mover el coche, ya que Alma ni había echado el freno de mano ni nada por el estilo.
-Sí, venga, uno de los conductores ha dejado las cosas dentro, así que vamos a irnos en cercanías- dijo traviesamente el peli azul, corriendo a salir al andén. Todos los demás le siguieron a la carrera, fuera. Las puertas de todo el tren estaban abiertas, listas para recibir pasajeros -. Vamos a irnos lo más lejos de aquí, así que iremos a pleno centro de la ciudad de momento a no ser que se nos ocurra algo por el camino. He conseguido arrancarlo y al parecer hay una especie de mapa con las rutas en un ordenador, así que podremos seguirla aunque nos lleve un rato.
-Yo intentaré llevarlo- dijo Vincent, subiéndose a la cabina del piloto, seguido de Carlos.
-Por favor, el resto subid aquí al primer vagón- dijo el chico misterioso nuevamente.
-Gracias por la ayuda- dijo el moreno, con una sonrisa- Me llamo Francisco, pero todos me llaman Fran o Francis- le tendió la mano una vez entraron en el vagón.
-Encantado, yo me llamo Héctor, y aquella de allí es Gabriella, una amiga. Disculpa que casi no hable, pero está aún conmocionada.
-Es lógico, es una joven dama en una situación un tanto desagradable.
-¿Qué pasa, que las demás no somos damas?- replicó Adri, tomando asiento por fin, algo más relajada -. Por cierto, yo soy Adrana- y poco apoco todos se fueron presentando.
Un pitido les hizo ponerse tensos un instante, pero ver que las puertas se cerraban les alivió. Por fin habían conseguido hacer algo en la cabina. Un minuto después el tren comenzó a moverse dirección Madrid, dejando atrás aquel campo de sangre y muerte. Pero no sabían que aquello no era más que el principio de una horripilante pesadilla.

2 comentarios:

  1. Oye que interesante, lo mejor es lo del coche derrapando por la sangre y las visceras que bueno!!!!
    Así que vienen a Madrid a ver que les espera...

    Un beso!!!!

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  2. @JOTAGE2 ¡Me alegra de que te guste! Si, ahora van camino a Madrid, pero ya veremos dónde acaban con todo el lío, porque todos viven desperdigados por la Comunidad (alguno incluso en el Campus) ¡Intentaré no decepcionar! =D

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