martes, 17 de mayo de 2011

¿Pesadilla o realidad?

Habían pasado un par de días desde que el avión había sufrido el accidente y la fecha ya marcaba el 20 de Enero en el calendario. Aparte de la enfermera, habían sido ingresados unos cuantos pacientes más que presentaban síntomas parecidos ¿Una epidemia tropical? Viniendo de Nueva York parecía algo extraño, pero con las enfermedades nunca se sabía. Lluvia acababa de entrar a su turno hacía tan solo media hora y el sol llevaba apenas una hora en el firmamento ¿Porqué sus turnos empezaban o muy pronto o acababan con la madrugada bien entrada? Le encantaba su trabajo y su adjunto en el Hospital era un encanto, pero odiaba no poder tener tiempo para descansar o estar con Jacky. Lo bueno, pensaba, era que casi todas sus guardias en Urgencias coincidían con las de su chica en psiquiatría.
-Doctora Laguna, parece que la paciente está delirando- la voz de una de las enfermeras hizo que se levantara de su asiento en la cafetería de un salto y la siguiera con paso veloz.
-Tomadle la temperatura, puede que sea delirio por fiebre- la azafata, desde que había llegado, les había traído de cabeza. Sufría vómitos sanguinolentos y la fiebre no paraba de subir hasta casi rozar los 40ºC. Le habían hecho decenas de pruebas y aún no daban con el diagnóstico.
-Sí, doctora- entró en la habitación de la UCI con la enfermera tras saludar al Guardia que permanecía vigilante delante de la puerta. Los medios de comunicación habían intentado ya un par de veces entrar a la habitación de la azafata y el hospital había tenido que tomar medidas contra ello.
Sobre la cama, la azafata no paraba de revolverse intentando quitarse todos los cables, riendo escandalosamente y gritando impiedades al aire sobre Dios y el demonio, sobre la muerte. De su boca brotaba un hilo de sangre que le hacía parecer una caníbal; incluso sus dientes estaban completamente rojos. Parecía haberse vuelto loca de repente. Entre Lluvia y la enfermera consiguieron sujetarla y administrarla un calmante que hizo que el cuerpo de la mujer, una vez más, se relajara.
-¿Es la primera vez que le sucede desde que la dejé ayer?- preguntó Lluvia mientras soltaba con cuidado a la mujer, que yacía aún murmurando, pero sin revolverse de aquella violenta manera.
-No, doctora, anoche tuvo un brote parecido, pero no tan violento. Le administramos también un calmante y un antitérmico, ya que la fiebre había ascendido a los 39,5ºC- lo dijo como si fuera un robot. Le pareció incluso insensible a la castaña, pero decidió pasarlo por alto.
-Voy a avisar a la doctora Laurent, quizá si la ve pueda determinar si los delirios son a causa de la fiebre o es más bien algo psicológico- suspiró largamente, saliendo de allí hacia el teléfono ¿Qué le pasaba a aquella mujer? Era normal tener delirios con la fiebre muy alta, pero ¿Tantos? ¿Y de dónde demonios salía tanta sangre cada vez que vomitaba o hacía esfuerzos? No habían encontrado ninguna úlcera, ni ninguna herida interna que pudiera causarlo.
-¿Sí?- al otro lado del teléfono una voz femenina contestó casi con desgana.
-Por favor, avise a la doctora Laurent de que la doctora Laguna la necesita en la UCI de Urgencias ahora mismo, que tarde lo menos posible.
-Enseguida estará allí- sin decir más la mujer colgó, lo que hizo que  Lluvia suspirara largamente.

-¡Doctora Laguna, rápido, ha entrado en parada!- la enfermera la hizo volver en sí tan de repente que sintió el corazón salírsele casi por la boca. Corrió rápidamente hacia la habitación y comenzó el masaje de reanimación cardiopulmonar mientras el monitor pitaba de manera estridente.
-Mierda, está en asistolia- gruñó mientras la enfermera acercaba el aparato de reanimación con rapidez hacia ella -. ¡Ponle un miligramo de adrenalina, rápido!- la enfermera, pese a parecer calmada, hacía todo lo que se le ordenaba con una rapidez casi pasmosa. El cuerpo de la azafata no parecía reaccionar en absoluto.
-¿Qué ocurre, Lluvia?- Jacky había llegado con rapidez, pero por desgracia no era ya necesaria su presencia.
-Ahora te explico, por favor, continua el masaje mientras preparo el…- iba a terminar la frase cuando la enfermera negó, mirando el monitor –Joder, ya no sirve de nada- resopló largamente -. Hora de la muerte, las 9:05.
-Lo siento, Lluvia- sintió la mano de su pareja sobre su hombro y suspiró largamente. Sobre la cama yacía el cuerpo inerte de la mujer, apunto de ser intubada y con la boca aún ensangrentada ¿Qué diablos la había matado de aquella manera tan horrible? Suspiro largamente mientras veía cómo el cuerpo iba quedando cubierto por la sábana blanca de la cama.

No supo muy bien qué ocurrió en aquellos segundos, pero cuando quiso darse cuenta, el cuerpo de la azafata se había incorporado de golpe, había agarrado a la enfermera y se había lanzado a desgarrar su cuello con los dientes. La sangre chorreaba sobre la cama y había saltado hacia los aparatos de alrededor. La escena era tan espantosa que las dos mujeres no pudieron hacer más que gritar de terror ¿Qué coño era eso? ¿Una broma? No… una broma jamás sería tan macabra. Aquel cuerpo, supuestamente muerto, estaba dándose un banquete con la yugular de la enfermera, que se convulsionaba luchando por mantenerse con vida.
-Doctora ¿Qué…?- el guardia había entrado como un misil, pero había tenido casi la misma reacción que las dos mujeres. Lluvia le vio paralizado unos instantes ante la terrible escena. Pero, a diferencia de ellas, reaccionó con rapidez y se apresuró a separarlas -¡Alto en nombre de la policía! ¡Suelte a esa mujer, vamos!- consiguió apartar a aquella bestia sedienta de sangre de su víctima, aunque un poco tarde, porque el cuerpo de la enfermera cayó al suelo, formando un profuso charco de sangre –Si no se mueve no le pasará nada- la azafata, ahora completamente cubierta de sangre y sin expresión alguna en el rostro, fijó su atención en el guardia, que se acercaba, esposas en mano, hacia el lecho de la mujer.
Lluvia agarró la mano de Jacky para evitar desmayarse del pánico. No entendía qué pasaba, la escena le parecía repulsiva y aquel hombre estaba arriesgándose por atrapar… ¿Para atrapar qué? ¿Qué era eso? ¿Un muerto viviente? ¡Sonaba a película de terror! Sin embargo…
No pudo terminar su hilo de pensamientos, pues nuevamente aquella bestia se abalanzó sobre el policía y mordió su hombro, desgarrando primeramente su ropa, la cual escupió, y luego su piel. Lluvia volvió a gritar de terror y pronto sintió un tirón que la empujó contra la pared.
-¡Jacky! ¡No te acerques!- la pelirroja se había adelantado bajo la asustada mirada de su pareja. Pero lo que hizo no fue precisamente lo que creía que iba a hacer. La vio quitarle la pistola al policía de su funda con una rapidez increíble y apuntar a aquel ser.
-¡Deja de joder de una vez!- gritó mientras disparaba una ráfaga de tres disparos. Uno dio sobre el monitor, que comenzó a echar chispas; el segundo alcanzó la almohada de la cama, antes blanca y ahora roja por la sangre derramada. El tercero, por suerte, le dio de lleno en la frente a la azafata, que cayó al suelo simultáneamente con el policía, que tenía parte del hombro desgarrado.

El tiempo se detuvo unos instantes y observó aquella carnicería. Tres muertos… tres muertos y aún no tenía ninguna explicación. Su mente se había bloqueado y el terror había paralizado su cuerpo completamente. Si no fuera por Jacky, quizá en ese instante las dos estarían corriendo la misma suerte.
-No me jodas- susurró Jacky, que había dado un par de pasos hacia atrás. En este caso no fue la azafata, sino la enfermera la que se levantó como movida por hilos ¡Pero si estaba muerta!
-¡Corre, Jacky!- la cogió de la mano libre y tiró de ella hacia fuera de la habitación, cerrando la puerta de golpe antes de que aquel ser pudiera alcanzarlas. Estaba llorando de pánico y no se había dado cuenta. Apretó la mano de su chica con fuerza, tanta que hasta pensó que la podría hacer daño sin querer. Pero no tenían mucho tiempo para estar quietas, si esas cosas salían…
Dos disparos. Dos disparos sonaron en las cercanías también y un cuerpo calló, con la cabeza volada, unas cuantas puertas a la izquierda. Los sesos se entremezclaron con la masa de sangre y líquido encefalorraquídeo que brotaba de aquel enorme agujero, manchando el suelo y parte de la pared del pasillo. Un policía salió del cuarto con la mano en el brazo, donde parecía que también le habían mordido. Las miró desde allí y frunció ligeramente el ceño.
-¡Corran, doctoras! ¡Hay que evacuar el edificio ahora mismo!- Lluvia estuvo apunto de recriminarle ¿evacuarlo porqué? ¿Qué estaba pasando? Pero Jacky tiró de ella y la hizo correr hacia las escaleras de bajada a la UCI.
-¿Qué era eso Jacky? ¿Qué pasa?
-No quieras saber lo que pienso, porque creo que me tomarás por loca- dijo nerviosamente. Ambas estaban temblando y aterrorizadas, querían salir de allí lo antes posible, pero ¿Y sus compañeros? ¿Les daría tiempo a salir?
-¡¡Lluvia!!- la voz de su adjunto hizo que perdiera la concentración en la carrera y se tropezara, golpeándose el hombro contra la pared. Ambas mujeres se detuvieron y se giraron hacia la voz que las había llamado. Allí, de pie, estaba Jesús, un hombre de unos 35 años, de cabellos negros y ojos como el mar. Era un hombre atractivo y siempre sonriente, pero en ese instante la expresión entre seriedad y terror hizo que Lluvia se sintiera aún más perturbada –Menos mal que estáis las dos bien- suspiró largamente -. Van a evacuar el Hospital, así que salid corriendo de aquí.
-¿Qué está pasando, Jesús? ¡¿Qué demonios pasa?!- el terror la estaba haciendo gritar más de la cuenta y de sus ojos no paraban de brotar lágrimas ¿desde cuando era tan niña? ¡Nunca había temido las películas de terror! Se había burlado de todas y cada una de las tontas protagonistas que acababan siempre acabando con el asesino o con el monstruo horrible por un golpe de buena suerte.
-No lo sé, es algo hasta ahora desconocido para mí y creo que para todos los médicos del hospital. Por favor, salid ahora mismo de aquí y poneos a salvo, lejos. Hemos avisado también para que evacuen la Universidad, así que no vayáis hacia allí.
-¿Tú qué harás?- preguntó, tragando saliva y apretando la mano de su amada, la cual le devolvió el apretón con el mismo amor de siempre.
-Saldré en cuanto haya avisado a unos cuantos más- le tendió una pistola, sonriendo de medio lado -. Tengo otra, se las quité a un par de policías muerto. Suena macabro, pero era eso o dejar que me mataran a mi también. Ahora fuera- en cuanto hubo quitado la pistola de su mano, su adjunto salió corriendo nuevamente hacia la zona más conflictiva, desapareciendo tras un recodo del pasillo.

Ambas mujeres corrieron escaleras abajo mientras la gente se agolpaba intentando entrar en los ascensores. Jacky, por suerte, conocía bien la mente humana y sabía qué tendería a hacer la mayoría, lo cual les dejaba una buena ventaja.
Bajaron a la carrera, casi tropezándose, pero en silencio para evitar ponerse más nerviosas. En un recodo, Jacky casi se chocó con un muchacho que subía tranquilamente hacia un piso superior, quedando ambos con una cara bastante ridícula teniendo en cuenta la situación.
-Vaya, disculpad, no miraba por donde iba- sonrió el muchacho, un chiquillo joven, pero muy alto, bastante atractivo según pudo apreciar durante unos segundos de lucidez,.
-¡No subas!- gritó Jacky al muchacho y, antes de darse cuenta Lluvia de lo que estaba pasando, la pelirroja les arrastraba a los dos hacia la puerta de salida del hospital.
-D-disculpe, doctora, pero yo venía a ver a un compañero y…- el chico, al parecer, estaba un poco perdido en aquella situación. No le extrañaba, dos médicos casi le arrollan y uno de ellos le había arrastrado literalmente a la salida sin dar explicación ninguna.
-Hay un brote infeccioso en el hospital de zombies, o yo qué sé qué cosa. No es broma, aunque te lo parezca- la voz de la pelirroja sonó firme una vez se encontraron al aire libre. Aún así, no les había soltado y continuaba andando con rapidez, alejándose hacia la salida del complejo hospital mientras los primeros evacuados comenzaban a correr despavoridos-. Todos los evacuados, sobretodo aquellos que han visto lo que está sucediendo, correrán  hacia la Iglesia de Nuestra señora de Begoña, hacia la Capilla del hospital e incluso hacia la Universidad aunque la hayan mandado evacuar. Pensarán que si se encierran en clases o en espacios grandes, sea lo que sea lo que pase, no les pillará. Los que sean más listos o piensen que la cosa no es para tanto, cogerán los coches o llamarán a algún taxi en las cercanías y se marcharán a casa.
-¿Y nosotros qué haremos?- preguntó por fin. Llevaba tiempo casi sin poder hablar, y cuando lo hacía solo le salían gritos de pánico.
-Los tres nos iremos a la estación de cercanías antes de que se llene, cogeremos el primer tren que nos pueda dejar cerca de casa y allí ya veremos.
-Pero… a ver, doctoras, yo no soy quien para irme con ustedes- dijo el muchacho.
-¿Vives solo?
-No, con mi padre, pero está de viaje de negocios, así que ahora mismo podría decirse que sí.
-Pues eso no es seguro, así que te vendrás con nosotras, que te cuidaremos mucho- Jacky había adoptado, por lo que pudo ver, el papel de “padre” en aquella curiosa familia que se había montado de repente. Pensaba que el pobre muchacho las estaría tomando por locas, pero sin embargo las seguía sin oponer resistencia alguna -. Por cierto, yo soy Jacqueline, pero me puedes llamar Jacky. Ella es Lluvia.
-Yo soy Marcos, encantado- pese a la situación, la sonrisa del chico había sido amable, dulce y tranquilizadora.
-Encantada… Bien, creo que será mejor que permanezcamos juntos hasta que estemos lejos y sepamos qué ha pasado de verdad- apretó la mano contra el bolsillo de su bata, donde reposaba la pistola que su adjunto le había dado. Esperaba realmente no tener que intentar utilizarla en ningún momento, aunque después de lo visto, ya nada parecía seguro.

2 comentarios:

  1. Vaya, vaya, ya empieza el terror jujuju...

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  2. Jajajajaja algún día tenía que empezar ¿No? A partir de ahora todo será mucha sangre, mucha historias... espero no decepcionarte *_*

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