No había podido evitar romper a
llorar cuando vio a su querida Jacky salir del piso hacia esas calles atestadas
de muerte y putrefacción. Había sentido tanto dolor que nada más salir de allí
su compañera, se había encerrado en el baño. Las nauseas no paraban, vomitó
absolutamente todo lo que había comido desde la noche anterior debido,
posiblemente, al miedo. Miedo a perderla, a no volver a escuchar su voz susurrando
cuánto la quiere, a no sentir sus labios recorrer cada centímetro de su piel…
miedo a no volver a escucharla reír. Cogió aire una vez más, tirada en el suelo
de la pequeña y fría estancia mientras intentaba calmar sus emociones, pero
enseguida le sobrevino una nueva arcada. Aunque de su cuerpo ya no podía salir
más, la sensación de malestar no se detenía y las malas jugadas de su estómago
parecían querer aumentar el dolor que sentía.
-Lluvia
¿estás bien?- la voz de Vincent sonó al otro lado de la puerta. No sabía cuánto
tiempo llevaba allí metida, pero posiblemente bastante más del que le habría
gustado –Ábreme, anda.
-Voy-
no pudo negarse. Aunque no le gustaba que la vieran así, Vince era especial,
era el único, junto con Jacky, que había conseguido desnudar su alma. Conocía
su historia, sus malas épocas y había estado allí cada vez que el dolor y las
malas pasadas llegaban a llevarla a aquel extremo. Se incorporó tranquilamente
y se acercó hacia la puerta, quitando el pestillo y abriendo a su ex pareja. No
sabía cómo lo hacía, pero cada vez que aparecía y le dedicaba la misma sonrisa
dulce de la que hacía gala en aquel instante, sus penas parecían aligerarse,
-Vamos,
he venido a rememorar viejos tiempos- se apartó, dejándole pasar dentro, pero el
moreno agarró su muñeca y tiró suavemente de ella para llevarla a su habitación,
tranquilamente -. Cuando volvimos del piso traje algo que pensé que te haría
ilusión ver, pero entre entrenar, que estáis enseñando medicina a Marcos y tal,
no he tenido mucho tiempo de venir a enseñártelo.
-¿Son
nuestras fotos? ¿De verdad?- pese a que su temor no había disminuido en
absoluto, poder hablar de otro tema calmaba su ansiedad. Vincent asintió a su
pregunta, pero cuando ella fue a echar mano del álbum, él lo apartó a la par que
negaba ligeramente con la cabeza.
-No,
no, señorita, ya sabes lo que hay que hacer cuando necesitas relajarte- se
sorprendió aún más al escuchar sus palabras. Cada vez que llegaba a casa del
muchacho en su adolescencia, cuando compartían algo más profundo que una
amistad, y sufría uno de sus ataques de terror, él siempre la desnudaba con
delicadeza, la llevaba en brazos a la bañera o a la cama, se sentaban abrazados
y la dejaba hablar mientras él se dedicaba a limpiar su cuerpo o a cepillar su
cabello y masajearla en silencio. Hacía años que no hacía aquello, posiblemente
porque ya no estaba él para consolarla.
Tranquilamente
y tras unos segundos de titubeo, comenzó a quitarse la ropa. Una parte de ella
aún le quería y se culpaba de todo el daño que le provocó cuando sus caminos
tuvieron que separarse por su propio beneficio; quizá aquello solo reavivaría los
sentimientos guardados en un cajón, pero le necesitaba como el aire. Observó cómo
él también se desnudaba tranquilamente y dejó que una pequeña sonrisa se
dibujara en sus labios; había crecido desde la última vez y su cuerpo parecía
más perfilado, más musculoso que cuando era un muchachito de diecisiete años.
-Vamos,
ven- se había quedado, por respeto, en calzoncillos; se sentó en la cama, con
la espalda apoyada contra la pared y las piernas abiertas, dejando el hueco
para que ella se uniera. Lluvia, que también se había dejado la ropa interior,
tomó asiento y tiró de las sábanas para taparles a ambos, apoyando su espalda
contra él. Su piel era tan cálida como siempre y su olor no había variado; seguía
usando la misma colonia. Sintió que volvía a aquellos años de juventud en los
que todo eran risas y arrumacos a escondidas, en los que aprendió a amar y a ser
amada; aquellos años en los que fue suya. Cogió por fin el álbum entre sus
manos, con cuidado, abriéndolo por la primera página.
-Nunca
pensé que aún conservaras estas fotografías después de todo…- susurró. Escuchó
la risa de Vince a su espalda y sintió un suave beso en su hombro desnudo,
suave, delicado, mientras con sus brazos rodeaba su cintura y la atraía contra
él. Así se sentía protegida, como un nido propio, como si allí nada ni nadie
pudiera alcanzarla.
-¿Cómo
iba a tirar todo esto? Habría sido una tontería. Estas fotos son testigo de algo que ocurrió, algo
precioso para ambos. Merecen estar en un álbum y no rotas en un contenedor de a
saber dónde.
-Pero
te hice mucho daño- susurró mientras pasaba otra página. Todos sus recuerdos
estaban allí, cada viaje, cada noche solos, cada beso,… Pasó los dedos por
encima de una de las fotografías, protegida por un duro papel transparente;
estaban los dos abrazados, como en aquel momento, desnudos baño las sábanas,
pero con diez años menos. Los dos sonreían felices, más que nunca.
-Vamos
Lluvia, no empieces con eso- uno de los brazos se apartó de su cintura y subió a peinar sus cabellos
suavemente, enredando los dedos entre los mechones -. Puede que en su momento
me doliera, pero mi amor por ti fue mucho más fuerte que ese dolor; me gustaba
ver tus fotos, tu sonrisa, y solía pensar
que si te habías ido, era por mantenerla siempre- sus palabras hicieron
que al miedo de perder a Jacky se le sumara una pequeña punzada de
arrepentimiento… y sin embargo, a su vez, había un sentimiento de ternura
encerrado en aquellas palabras -. Cuando te vi unos años después, con Jacky, vi
que no me había equivocado. Sonreías y tu sonrisa era aún más radiante que
aquí. Te había perdido, sí, pero habías ganado la batalla de tu vida: eras
feliz. Y yo con eso me conformaba- las imágenes, los recuerdos, empezaron a
entremezclarse en su cabeza en un enorme torbellino de sensaciones; sentía
ganas de gritar, de salir corriendo de allí en busca de Jacky, de quedarse y
besar a Vincent hasta que no hubiera mañana,.. Se sentía egoísta porque una
parte de ella quería poder tenerlos a los dos, besarles y yacer con ellos. Jacqueline
conocía toda la historia y era lo suficientemente lista como para saber que
ella libraba su propia batalla.
No
pudo evitarlo. Enseguida las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas,
empapando su dulce rostro. Soltó el álbum y se cubrió con las manos mientras
sollozaba. La sensación de estar cayendo por un pozo era aún más fuerte que
nunca; se sentía perdida, no sabía qué hacer, incluso pensaba que aquella
cercanía podría ser mal vista. Amaba a Jacky con todo su corazón, pero también
amaba a Vincent. Mientras que ella saciaba sus juegos, su naturaleza traviesa,
sus risas incontroladas, él era capaz de saciar sus carencias emocionales, de
calmarla con tan solo una caricia. Les necesitaba a los dos, lo sabía, pero
también sabía que ninguno aceptaría tal cosa. En su día eligió a Jacky y debía
mantenerlo.
-Lluvia…-
Vince apartó sus manos para descubrir su rostro y la obligó a mirarle. Se
perdió en su sonrisa tranquila y en sus ojos. Alzó una de sus empapadas manos
para acariciar sus pómulos mientras sorbía el agüilla de la nariz que el llanto
había provocado. Cuando quiso darse cuenta sus labios estaban juntos, se habían
encontrado nuevamente después de diez años y bebían con ansia el uno del otro;
se habían echado de menos y se habían necesitado más que nunca.
Pasaron
unos minutos, aunque para Lluvia fueron horas. Ambos se separaron, sin decir
nada. Sus manos se habían entrelazado y habían dejado hablar a sus labios a
través de sus besos. No necesitaban nada más, tan solo un abrazo más fuerte.
Sintió como Vince la atraía un poco más mientras apoyaba su frente sobre la de
la doctora. Cerró los ojos, dejándose envolver por aquella burbuja de
tranquilidad… tan solo necesitaba esos minutos…
-Lluvia,
sé que quieres a Jacky- comenzó a decir Vince. Quiso hablar, pero él alzó una
mano, tapando su boca suavemente para que le dejara continuar -, pero eso no
quita que yo no vaya a estar. Sabes que te quiero, que siempre lo he hecho y
que siempre lo haré; y creo que no hace falta que te diga que me tendrás para
lo que necesites- aguantó las lágrimas que volvían a agolparse en sus ojos y
volvió a besarle, esta vez con más dulzura. Aunque solo fuera por unos
instantes, quería volver a estar con él.
-Duerme
conmigo…- susurró mientras le miraba. Vio cómo sus mejillas se encendían de
golpe; aquella proposición era inocente, pero posiblemente para Vince supondría
enfrentarse a poder acabar en una situación bastante incómoda –No te preocupes,
solo dormiremos. Cuando venga Jacky se lo contaré…
-Sabes
que me capará ¿verdad?- rió el muchacho nerviosamente.
-No
creo. Ella sabe que te quiero tanto como a ella… Aunque, pensándolo bien,
posiblemente te corra a capones- rió, intentando quitarle un poco de
importancia al asunto. Sabía que su amor comprendería la situación y no le
daría más importancia; al fin y al cabo Jacky también era una persona propensa
a mostrar cariño exagerado con las personas y eso a Lluvia jamás le había
incomodado ni se lo había reprochado aunque sintiera algunos celos. Se tumbó
con Vince, ambos cubiertos por las sábanas, y se refugió en sus brazos, cayendo
enseguida en un profundo sueño. Un sueño en el que podía amarles a ambos por
igual y a la vez.
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ResponderEliminarSi tú supieras que ni quiero leer demasiado porque me la he empezado a leer desde el principio y quiero seguirla en condiciones, ya que con esto de los exámenes y demás y que si la dejas a medias antes luego no recuerdas bien, pues ea... desde el principio, que a mí me gusta leer y la historia enganchaaa.
ResponderEliminarEso sí... como se te ocurre cortarla yo " te estroozooo" xDDDDD que me tienes aquí dejándome las retinas toda intrigada.
¡¡ Besotes Mi Niñaaa Guaapaaa!!
Jajajaja ay mi niña preciosa!! Jo, me alegro mucho de que te vaya gustando, de verdad. En cuanto acabe los exámenes la continuaré, que tengo ya bien estructurada la continuación de la historia.
EliminarMuchos besitos cielo y gracias por leerme!! :***